
Culpa, vergüenza, y depresión—las tres—tocaron a mi puerta y yo les di la bienvenida. También enfrenté una confusión profunda sobre quién era yo y en qué lugar pertenecía. Las acusaciones me llevaron a temer por mi situación y mi futuro. Identidad verdadera Muchas cosas buenas vinieron del centro de aprendizaje: tutoría, modelaje de papeles incluyendo el primer ejemplo de un modelo varonil positivo en mi viday líderes que hablaban con valor sobre el complejo asunto de la inmigración por causa de personas como yo. Yo tenía 13 años cuando por primera vez escuché detalladamente sobre el Dios viviente. Durante los campamentos de jóvenes patrocinados por el centro, empecé a hacer preguntas y a recibir respuestas que me llenaron el corazón al escuchar las Buenas Nuevas por primera vez. Enasistí al campamento Racing a Zealous Army por una semana. Mientras mis compañeros compartían sus historias de fe, vertí mi corazón y me di cuenta de mi necesidad del Dios todopoderoso.
Tenía que llamar a mi esposo, empero me temblaban los dedos. No estela si estaba llorando cuando me contestó, solo recuerdo que me decía que no me entendía y que debía calmarme para contarle lo sucedido. Tenía que hacer un mandado antes de nuestro vuelo de regreso a Chicago y mi hijo, que entonces tenía 4 años, no quería bajar del auto. Respiré hondo. Sabía lo que tenía que hacer, pero estaba cansada e iba retrasada. En ese edad, no quería lidiar con berrinches y rabietas.