
Su historia y su lucha es la de las miles de madres solteras en España una de cada diez familias es monoparental que cada día luchan por sacar adelante no sólo a sus hijos, sino su propia vida personal y profesional. Las barreras para encontrar el amor o un trabajo que permita conciliar y llegar a fin de mes son sólo dos de los grandes retos a los que se enfrentan superheroínas como Lorena cada día. Lorena Santamaría Vitoria, soñaba con ser madre desde bien pequeña. No sospechaba el giro que daría su vida justo un mes después. Se quedó embarazada. El padre de su bebé soñaba, como ella, con tener hijos joven, pero no en esa situación -la familia del chico ni siquiera sabía de su relación con Lorena- y el miedo a la presión de su entorno le llevó a romper. Lorena vivió su embarazo en solitario en Holanda y no regresó a España hasta el octavo mes de embarazo Lorena comunicó la noticia a su madre -la futura abuela- desde Holanda por Skype.
Muros gruesos. Puertas en arco con cortinas de yute rematadas con madroños y volantes. Silla de anea. Cuadros con paisajes inverosímiles de ninfas o reyes de leyenda.

Empero como pasara el tiempo y Agueda persistiera en su postura fue llevada de nuevo ante Ouinciano. Este, bravo por la tenacidad de la doncella mandó abofetearla y después encerrarla. Al día siguiente fue llevada de nuevo ante el tirano quien, viendo a la joven firme en sus convicciones, mando cortarle un pecho a cercén y encarcelarla sin permitir que facultativo ninguno la atendiese y sin almorzar ni beber nada. Pero estando en la prisión se le presentó San Pedro en figura de un viejo guiado por un joven que portaba una antorcha: el viejo portaba unos ungüentos con intención de sanar a la joven, pero ante la negación de ésta que prefería la joroba y el dolor, San Pedro la abandona tras descubrirle su verdadera filiación y confortarla. Otra vez ante Ouinciano éste mandó esparcir por el piso brasas y pedazos de teja para restregar por ellos el cuerpo de la Santa. Sacudió entonces el Señor a Catania con un gran sismo que produjo la muerte entre la de otros muchos, de Vulperio y Teófilo, amigos personales de Quinciano.