
Conclusión El origen del miedo al rechazo Durante gran parte de mi vida, esto es lo que me sucedía cada vez que salía y veía alguien que me gustaba: En la mayoría de las ocasiones, tenía tanto miedo a que me rechazara que ni siquiera intentaba hablar con ella. Y así regresaba a casa noche tras noche. Si me atrevía a presentarme, al cabo de 5 minutos ya no sabía que decir. Entonces ella se excusaba y decía que tenía que marchar. Cuando se lo pedía, en la mitad de las ocasiones no me lo daban. Y en la otra mitad no me respondían las llamadas.
Toda una temeridad de alto riesgo. Como sabemos, y si no lo sabes para eso estamos aquí, el alarma surge del deseo. Imaginemos por un momento que nos encontramos ante una chica, o un chico, paseando a su perrito en un parque. Intentemos contener el visor del submarino.